En estos últimos años, muchas personas no dejan de analizar, debatir y comentar la influencia, muchas veces recíproca, del turismo en el medio de vida urbano. La reestructuración del sector turístico ha guiado su práctica económica hacia nuevas tendencias como la “generación de experiencias” o la “vivencia de la cotidianidad”, siempre en ámbitos urbanos, de forma que hemos notado su influencia en las ciudades, aquí y allá, como han mostrado recientemente Mansilla (2018) centrándose en la gentrificación producida por la relación recíproca entre el turismo y el mercado inmobiliario o Hernández-Ramírez (2018) al señalar los procesos de “neomonumentalización” y “museificación” como estrategia de posicionamiento de las ciudades en una industria turística global.
En mucha de la literatura científica, quizás, se observa cierta tendencia hacia una perspectiva macro; dicho de otro modo: pareciera que muchas veces nos olvidamos del contenido de la acción de los agentes sociales, no prestamos atención a qué hacen y cómo actúan los turistas en su localidad de destino. Dando por buena la hipótesis de Nogués Pedregal acerca de la conversión del lugar en espacio turístico (2015:32), las acciones de los turistas tendrían lugar en la intersección de dos esferas de significados en un mismo emplazamiento, de forma que el espacio turístico sea el espacio negociado entre el lugar -o lugar antropológico si se quiere mentar a Augé- y el territorio turístico; un espacio de interacción y, casi por descontado, de conflicto entre turistas y nativos en el que poder adentrarnos en temas como la responsabilidad, la ética y la sostenibilidad de la actividad del turista.
Bajando al fango, a la polémica en Gizeh, habría que distinguir, como Santana Talavera, entre el turista cultural directo y el turista cultural indirecto. Al referirse a los últimos afirma que “llegan al patrimonio simplemente porque está en su camino, o más aún, porque en prestigio social supone hablar y/o demostrar la visita a tal o cual entidad de valor sociocultural reconocido” (2008:279). En nuestra vida cotidiana, en la que sobre-abunda la exaltación del yo en las redes sociales, no es difícil observar el predominio de este tipo de actitud entre laspersonas. Tampoco todo será criticar la exposición y venta del yo, la mercantilización de la vida privada, puesto que en la descripción del turista cultural indirecto también podemos encontrar un reflejo de la ansiedad ante la desmemoria, ante el paso del tiempo, y la necesidad de materializarlo vivido, fotografiándolo en este caso, para retomar el recuerdo en un futuro.
La cuestión, nuevamente, se traslada al cómo, a la responsabilidad, la ética y la sostenibilidad con la que se realiza una actividad, pero, como comenta Cole (2007), se trata de factores caracterizados por el propio medio social de los turistas, su identidad cultural y, en general, su modo de vida.
Las palabras de Andreas Hvid, centro de la polémica, sirven como ilustración: “subir a la pirámide es lo que me hizo ir allí, por lo que siento que ya he visto todo lo que me interesaba de Egipto”(El País, 11-12-2018). La única motivación para la realización de un viaje era una foto y el fin habría de justificar los medios. ¿Qué importa la política y la religión local en cuanto a temas como la desnudez en los espacios públicos? ¿Qué importa las políticas y técnicas de preservación y mantenimiento de los bienes patrimoniales? ¿Qué importa el mundo, entendido como todo aquello externo a mi propia persona, cuando mi objetivo es una foto que me haga popular?
Los estudios antropológicos del turismo, desde sus inicios, se han movido a través de dicotomías -como “desarrollo económico –neocolonialismo” o “multiculturalismo – homogeneización”- que reflejaban bandos, posturas casi irreconciliables. Abogar por una perspectiva centrada en los agentes sociales, en el contenido de las interacciones que se dan en ese mundo compartido que es el espacio turístico, permite observar, de primera mano, cómo se construye y cómo nos relacionamos con la otredad.
Si el turismo, en la definición más vaga que puedo ofrecer, es un distanciamiento de las rutinas de la vida cotidiana, ¿significa ello que nos distanciamos, igualmente, de los modelos de acción que empleamos en contacto con otras personas? ¿Podemos, como si de un elemento a reproducir fuera, poner en pausa ciertos elementos de nuestra conducta por el mero hecho de desplazarnos de mundode significaciones habitual? Podría pensarse, también, que un cambio de actitud respecto al otro por el mero hecho de estar en otro lugares una depreciación de ese mismo lugar o, en otras palabras, una sobrestimación de lo propio; o lo que es lo mismo: un claro ejemplo de etnocentrismo.
Mientras el turismo avanza incansable e implacable se hace necesario revisarsus contenidos y re-adecuarlos para que esos espacios negociados se conviertan en espacios de respeto. La industria se expande y abarca nuevos mercados como el eco-turismo, el turismo sostenible y el turismo étnico, pero, al mismo tiempo, también se ha abierto al, así llamado, turismo extremo que ofrece problemas reales tales como la pobreza, la represión y el conflicto armado a modo de experiencia inolvidable para el turista bien avenido.
Si viajar abre las fronteras de la imaginación, que lo haga re-imaginando nuestra relación con los otros a través del respeto porque, usurpándole las palabras Italo Calvino (1995), “Éste esel único modo de viajar que tiene sentido hoy en día, cuando todo lo que es visible puedes verlo por televisión sin moverte de tubutaca”.
Bibliografía
Calvino, Italo; Sotto il sole giaguaro,1995
Cole, S.; Implementing and evaluating a code of conduct for visitors en Tourism Management 28; 2007
Hernández-Ramírez, Javier; La voracidad del turismo y el derecho a la ciudad en Revista Andaluza de Antropología Nº15:Actividades turísticas, ciudad y patrimonio cultural. Miradas críticas; septiembre 2018
Mansilla, José; Apuntes sobre turismo y gentrificación. Cuando la escala global se encuentra con la local entres ciudades de Europa y América Latina en ROTUR. Revista de Turismo y Ocio;2018
Nogués Pedregal, Antonio Miguel, Etnografía bajo un espacio turístico. Sus procesos deconfiguración ;2015
Santana Talavera, Agustín; El turismo cultural. ¿Un negocio responsable? en Estudios y Perspectivas en Turismo Volumen 17; 2008
Prensa
El fotógrafo danés que ha indignado a Egipto: “Era una pose para la foto. No practicamos sexo en la pirámide”; El País 11-12-2018 [Consultado 18-12-2018]