Desde hace unos años vivo en Trento, Italia. La ciudad se encuentra a pocos kilómetros del conjunto montañoso de los Dolomitas así en mi tiempo libre suelo acercarme a conocer las montañas y los lagos del arco alpino oriental. Nací y crecí al lado del océano, en una isla, de forma que mantengo una extraña relación con estos entornos naturales. Por una parte, me fascina la exuberancia de algunos bosques, mientras que, por otra parte, encontrarme a los pies, por ejemplo, del Gruppo delle Pale me produce sentimientos difícilmente expresables con palabras.
Mientras continúan mis debates interiores, en las montañas trentinas -y no solo- han empezado a proliferar una amplia serie de obras de arte que jalonan y pueblan los paisajes. Este proceso de revalorización a través del arte de las comunidades montañas y de sus paisajes adquiere mayor relevancia a partir de laTempestà di Vaia: una tormenta que el 29 de octubre de 2018 arrasó 42,500 hectáreas de bosque.
De entre los árboles arrancado de raíz por el viento surgieron muchas obras artísticas como Il Drago, La Lupa, … acompañadas siempre del mismo apellido: di Vaia. Paralelamente, y siguiendo la senda abierta por Arte Sella, la galería de arte al abierto más grande de Europa, no son pocos los espacios bosquivos y montañosos que han sido alterados por los seres humanos para incluir obras y prácticas artísticas.
En la región del Trentino la naturaleza no es un simple telón de fondo, una escenografía para miles de fotografías, sino una actriz protagonista con voz propia. Sus montañas fueron declaradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 2009 y presentan algunas de las cumbres más icónicas de Europa, como puede ser la Marmolada o le Pale di San Martino. Una visita al Parco Arte della Pinetta de Cavareno sirve de telón de fondo para reflexionar sobre el impacto antrópico en el paisaje, el arte y nuestra forma de observar y relacionarnos con la naturaleza.
El land-art entre la subversión y la institucionalización
El land-art surgió en las décadas de 1960 y 1970 como una práctica artística que cuestionaba los circuitos comerciales del arte, proponiendo una relación directa con el paisaje. Sin embargo, su evolución hacia proyectos institucionalizados —como el Parco Arte della Pineta en Cavareno (Trentino, Italia)— plantea tensiones entre su origen contracultural y su actual integración en dinámicas turísticas y patrimoniales. Trentino, región con cinco bienes declarados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO (2009), ofrece un contexto idóneo para analizar cómo el land-art, originalmente efímero y crítico, se transforma en un dispositivo de antropoformización del territorio.
En un día no muy frío de otoño nos adentramos en el Parco Arte della Pineta. Con el sol alcanzando su cénit, el colorido foliage de las hojas de los árboles ofrecía uno de los tantos espectáculos que la naturaleza ofrece y que siempre disfruto como si fuera la primera vez. Un mapa de orientación, un camino señalizado, infraestructuras de madera y algunas esculturas hechas con materiales biodegradables rematadas con pequeñas piezas de acero. Así es el Parco Arte della Pineta de Cavareno, un lugar donde el arte y la naturaleza se mezclan. Pero, ¿estas obras embellecen la naturaleza o le restan valor al “mejorarla”?

El land-art en Trentino: Entre la valorización territorial y la saturación simbólica
Puede afirmarse, sin ninguna duda, que las comunidades de montaña del Trentino han ligado su destino al land-art. Lejos ya de tendencias de vanguardia o intentos de renovación del arte, estas formas artísticas -supuestamente temporales y biodegradables- cuentan con el respaldo de instituciones políticas y económicas locales. Si alguna vez el land-art se encontraba en una situación liminal, hoy está presente en todas las campañanas de publicidad y marketing orientadas al mercado turístico.
Hoy día, en Trentino destacan grandes espacios artísticos al aire libre como Arte Sella, RespirArt, Ledro Land Art, Il Respiro degli Alberi o Bosco Arte Stenico. También podría incluirse en esta lista una decena de senderos temáticos: itinerarios entre bosques y montañas jalonados por esculturas e instalaciones de madera. Finalmente, no cabe olvidar todas las obras diseminadas por el territorio fruto del trabajo de recuperación de materiales después de Vaia a cargo de Marco Matalar.
Ante el elevado número de proyectos artísticos puede afirmarse, sin riesgo, que las montañas trentinas se han convertido en un museo al aire libre. Pero las preguntas incómodas están ahí: ¿Se trata de una revalorización cultural o una nueva forma de acumulación por desposesión (Harvey, 2003) ? ¿El land-art valora y enriquece el territorio o produce una saturación visual que compite con el paisaje? ¿Se ha convertido la montaña en un parque temático?
La antropoformización de la naturaleza: Una lectura eco-crítica
Al observar nuestras relaciones en el pasado con la naturaleza puede advertirse una tendencia a valorizarla únicamente a través de su adaptación a nuestros gustos e intereses que, en un proceso de humanización, dio lugar a jardines, parques, reservas naturales y, en este caso, también a obras de arte. En este sentido, podría interpretarse el land-art como otra forma más de antropoformización de la naturaleza: transformar lo salvaje, lo desconocido, en algo comprensible, estético, consumible.
En muchas ocasiones las obras de land-art se presentan de forma aislada, esto es, sin complementos de ningún tipo. En el Parco Arte della Pineta, sin embargo, las esculturas no solo se integran en el bosque, sino que han sido señalizadas, explicadas y enmarcadas dentro de un itinerario. Esta intervención humana está pensada para facilitar la experiencia del visitante, pero también, al mismo tiempo, también domestica el paisaje.
Si, como proponen Bruno Latour (2005) o Donna Haraway (2008), es posible reconocer capacidades agenciales en nuestros compañeros de viaje no-humanos, cabría preguntarse, entonces, si nuestras intervenciones en la naturaleza no estarían, en cierto modo, silenciando estas agencias, ignorando los modos en que la naturaleza produce los paisajes y reduciéndolos a un mero escenario de nuestras actividades.
De forma crítica puede pensarse que la instalación de más y más obras artísticas es parte de un mecanismo de apropiación simbólica, mediante el cual las montañas y los bosques trentinos son convertidos en objetos estéticos y/o de consumo. Con cada nueva escultura, con cada nuevo sendero, con cada nueva experiencia artística, se extienden las narrativas antropocéntricas que intentan añadir nuevas capas de significados humanos a entornos naturales. El riesgo es patente: podemos restar valor a la propia naturaleza.

La estetización del paisaje: Del land-art al 'instagrameable'
Vinculada a la creciente oferta de land-art en Trentino también podrías encontrar una economía de la imagen que tiene en las redes sociales su impulso definitivo. Algunas obras del escultor Marco Matarel, como el Drago di Vaia, se han convertido en iconos virales de modo que el principal objetivo de los visitantes es sacarse una foto junto a la obra e inmediatamente después compartirla en redes sociales.
Cuando llegamos, por ejemplo, a los pies del Drago ya no disfrutamos de una experiencia directa del paisaje natural, sino que lo interpretamos a través de las representaciones mediáticas (fotografías, vídeos) que conocemos del lugar. No se trata ya de una experiencia de descubrimiento, sino de constatar y reproducir por nosotras mismas aquellas imágenes que ya conocíamos en un claro ejemplo de sesgo de autoconfirmación.
La experiencia de la naturaleza pasa a estar subordinada por su representación mediática (Debord, 1967). Si alguna vez el land-art supuso un diálogo con la naturaleza, en algunos contextos turísticos puede convertirse en un objeto de consumo visual que, desvinculado de su contexto eco-social, pasa a ser así un mero escenario de postal (Augè, 1995).
El capitalismo de plataformas así nuestros egos insaciables de atención en redes sociales inciden en determinadas actividades económicas como el turismo fugaz o mordi e fugge (“muerde y escapa”) como es conocido en Italia. Por mucho que nos esforcemos en nuestras poses, nuestras fotos ante las obras de land-art nunca serán del todo inocentes ni genuinas. Por una parte, se produce una deslocalización simbólica fruto de la circulación de nuestras fotografías por todo el planeta sin generar con este movimiento vínculo alguno con las comunidades y ecosistemas locales. Por otra parte, nuestras fotos se inscriben en un proceso global de homogeneización estética: no solo todas las imágenes terminan pareciéndose, sino que es el algoritmo quien, como el anillo único de Sauron, decide sobre ellas.

La pregunta que queda en el aire
De vuelta al Parco Arte della Pineta de Cavareno recuerdo sus senderos, el crujir de las hojas a mi paso y el ladrido lejanos de algunos perros. Si sus esculturas tenían que invitarme a la reflexión y a conectarme con la naturaleza de una manera única, la verdad es que no lo consiguieron. Cada vez que caminemos en un entorno donde la tensión entre la naturaleza y su antropoformización sea tan evidente deberíamos preguntarnos: ¿era necesaria la intervención humana en este paisaje que ya es, por sí mismo, bello?
El land-art puede ser, sin duda, una herramienta de revalorización territorial, pero también un mecanismo de apropiación simbólica ligado al turismo de masas y al capitalismo de plataformas. Más allá de renovaciones críticas del land-art alejadas de la economía extractivista y vinculada al deseo y a las necesidades de las comunidades locales, de estos encuentros entre las prácticas humanas y la naturaleza tendríamos que aprender que, quizás, el verdadero arte no pasa por nuestra intervención constante en la naturaleza, sino en aprender a escucharla y a convivir con ella.
Bibliografía
Augé, Marc
1995. Los no lugares: Espacios del anonimato. Gedisa.
Debord, Guy
1967. La sociedad del espectáculo. Biblioteca de la Pléyade.
Haraway, Donna
2008. When Species Meet. University of Minnesota Press.
Harvey, David
2003. The New Imperialism. Oxford University Press.
Latour, Bruno
2005. Reensamblar lo social: Una introducción a la teoría del actor-red. Manantial.

