Antropología: breve historia del afianzamiento de un término

La antropología como disciplina científica cuenta con una corta vida comparada con las ciencias de la naturaleza. Si hubiéramos de delimitar su objeto de estudio se diríaque se trata de la “cultura” y que, para ello, emplea una diversidad de teorías que ofrecen una explicación (erklären) o una interpretación (verstehen) a los problemas planteados. Pero, a diferencia de otras ciencias, la antropología se caracteriza por ser una disciplina en permanente estado de revisión, de crítica y de confrontación teórica que ponen en jaque fundamentos epistemológicos tan importantes cómo qué es la cultura y cómo puede estudiarse.

Esta discusión intrínseca, casi endémica, ha llevado a la largo del último siglo y medio a tres grandes crisis: la crisis del método, la crisis del objeto y la crisis de la representación. Apoyándome en este carácter fuertemente crítico y auto-reflexivo de la antropología me dispongo a analizar, brevemente, la propia denominación de la disciplina, sus cambios y los presupuestos teóricos asociados a cada una de ellas. Para ello regresaré, casi, a los orígenes de la disciplina, o al menos a los instantes considerados como una primera profesionalización, y a las diferentes versiones de los hechos que, desde diferentes escuelas nacionales, nutren la bibliografía antropológica.

La discusión empezará, recurriendo a la clásica confrontación entre los términos “antropología” y “etnología”, su definición y su adscripción nacional. Pondré así un pie en cada orilla del océano Atlántico para intentar dilucidar dos posturas, dos visiones, que no solo se ciñen a una cuestión terminológica, sino que pueden incidir en diferencias metodológicas, epistemológicas y que, finalmente, podrían descubrir -y describir- dos posibles ámbitos de estudio diferenciados.

Etnografía. Una cuestión de método.

Si en algo están de acuerdo las diferentes perspectivas es en la metodología empleada para acercarse a su objeto de estudio. El trabajo de campo, considerado esencial desde la aportación de Malinowski (1922) es, casi de manera unánime, el método empleado por los investigadores para producir datos que tendría como resultado la publicación de una monografía, una etnografía.

Pero, mientras hoy en día la etnografía es, simplemente, una cuestión metodológica, no ha sido así para autores tan influyentes como Lèvi-Strauss. En su opinión, contrastado a partir de Copains (1998), la investigación antropológica debería seguir, a partir de la etnografía -de la recolección de datos-, un esquema lógico, ascendente, que lleve a la etnología y de ahí a la antropología en su descripción sistemática, abstracta y universal de la cultura. Seguiremos, a partir de este punto, el esquema propuesto únicamente con fines expositivos.

Etnología

Más allá de adscripciones temporales y referencias enciclopédicas, autores como Lombard (1997) y Copains parecen estar de acuerdo en que el objeto de estudio de la primera etnología es el estudio de la historia de los grupos “primitivos” o “sin historia”. Ampliando su definición, Radcliffe-Brown ([1958] 1975) nos dirá que la etnología debe afrontar dos problemas: la clasificación racial y cultural, y los acontecimientos del pasado.

El primer de ellos nos lleva a estudios anatómicos y fisiológicos, explicaciones biologicistas de las diferencias humanas. Estos estudios -que consideraríamos “antropología física”- fueron encuadrados en Francia bajo el término “etnología”, prorrogados en el tiempo por la creencia que el estudio del hombre, de la cultura, debía ser parte del estudio de la naturaleza. En la tradición anglosajona, sin embargo, el uso del termino no fue tan fecundo y se asoció al estudio y reconstrucción de la historia de los pueblos.


El estudio de la historia de las civilizaciones muchas veces desembocaba en extensas clasificaciones de rasgos y características culturas, a partir de los cuales los investigadores inferían ciertas hipó-tesis y teorías de escaso valor empírico. Las críticas de Kroeber y Radcliffe-Brown atienden, ciertamente, al carácter especulativo de las investigaciones etnológicas, aquellos que, nosotros, podríamos asociar, en cierta medida, con el trabajo desarrollado por los primeros antropólogos del siglo XIX.

Antropología

Si la etnología fue el término institucionalizado en Francia, al hablar de “antropología” nos referimos, directamente, al mundo anglosajón que lo consagró y que, a lo postre, denominaría a la disciplina. La antropología en Inglaterra nace a partir de su distinción de la etnología, la sociología e incluso la filosofía. En el discurso de Frazer en la Universidad de Liverpool en 1908 queda establecida la antropología como una ciencia que ha de “descubrir las leyes generales que han regido la historia” prestando una atención especial a las formas “primitivas” de la sociedad.

Años más tarde, Radcliffe-Brown (Ídem) apunta que el objetivo del antropólogo debe ser el establecimiento de generalizaciones, válidas y significativas, acerca de los fenómenos sociales a partir del conocimiento obtenido de las sociedades estudiadas. El antropólogo supera así la visión inicial de Frazer y Malinowski al extender el objeto de estudio de la antropología desde las sociedades “primitivas” a las “avanzadas” en respuesta a los nuevos rumbos que había tomado la investigación, haciendo énfasis en el método, en el trabajo de campo, como elemento característico frente a otras disciplinas.

La importancia en el método reside en la diferenciación respecto a investigaciones precedentes. Radcliffe-Brown cree que el método comparativo, propio de los evolucionistas, era incapaz de formular explicaciones acerca de los fenómenos sociales y su diversidad. Es entonces cuando la corriente anglosajona decide centrar el estudio del hombre a partir del concepto de “cultura” escindiéndose en dos escuelas o tradiciones, la inglesa y la norteamericana.

En Inglaterra, la antropología toma el apellido “social” y, según Evans-Pritchard, “estudia a las sociedades en tanto que entidades” en las que cada una de las partes (parentesco, política, economía,…) forma parte de un todo,un sistema, interrelacionado. La antropología americana, por su parte, pasará a ser “cultural”, en tanto que centra su estudio en los sistemas y resultados de comunicación simbólica. Estas dos visiones, opuestas en sus inicios, tenderán hacia la complementariedad a lo largo de la historia de la disciplina.

A pesar de las diferencias terminológicas, producto de las tradiciones nacionales, quizás habría que dar por concluido -si no lo estuviera ya- el debate acerca de la caracterización de la disciplina y centrarnos, junto a Kroeber, en que “el estudio del hombre es el único límite que tiene la antropología. No tiene límites espaciales temporales ni espaciales, puesto que su investigación se extiende al mundo entero” (Anthropology Today, pags. XIII-XIV).

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